martes, 21 de diciembre de 2010

Los Mejores del 2010: Nicolás Tordecilla afinó su puntería

Por Orlando Benítez Quintero
Con la misma sencillez con la que lo criaron en el seno de su hogar monteriano, con la emoción a flor de piel al revisar sus éxitos y al proyectarse grandes metas, Nicolás Tordecilla Guerra, el mejor tirador deportivo que tiene Colombia, habló con nuestro blog del gran año que fue el 2010. En medio de las dificultades propias del deporte en nuestra región y en nuestro país, Nicolás ha sabido salir adelante y nadie le quita las ganas de seguir pegándole a sus objetivos.
¿El 2010 fue un buen año para ti o el mejor de todos?
Para mí y gracias a Dios este ha sido el mejor año de mi carrera. Creo que se ha visto todo el trabajo y un esfuerzo de un equipo y de una Liga comprometida, sobre todo con mis compromisos, le debo mucho al presidente de la Liga (Óscar Haddad García), a Indeportes, a la Federación Colombiana de Tiro, porque de verdad han creído en mi. Gracias a ellos y a Dios ha sido un año magnífico.
¿Ese ascenso vertiginoso que ha tenido tu carrera, en apenas cuatro años, a qué se debe, dónde está la clave?
Fundamentalmente es el esmero y el empeño que le he puesto a todo y en segundo término, creo que he ido madurando en la técnica del deporte, me he dado cuenta de mis falencias y de mis fortalezas. Estoy muy aterrizado y de ahí se han ido sacando cosas buenas. También los consejos del entrenador de la Selección han sido fundamentales para progresar.
¿Ese proceso de maduración ha llegado gracias a esas experiencias internacionales que has tenido?
Indiscutiblemente. Eso ha sido lo mejor para mi crecimiento, no es lo mismo una competencia local o nacional a una internacional donde uno se encuentra con tiradores de talla mayor. Eso me ha dado fortaleza porque llego a los campeonatos no pensando en mis rivales sino en lo que yo puedo hacer y convencido de que soy el mejor, sin ser presumido ni creerme nada, pero sabiendo que soy capaz.
¿De los éxitos alcanzados este año, cuál crees que fue el más importante?
Los Juegos Suramericanos en Medellín, fueron muy lindos y jamás se me borrarán de la mente, por los momentos de satisfacción no solamente míos sino de todo el público y del pueblo colombiano que me estaba apoyando, fue inolvidable. Pero si ponemos en una balanza ese resultado con mi participación en la Copa Mundo de México, pienso que de pronto sería más meritorio ese noveno lugar, ya que allí estuvieron estrellas, los mejores del mundo, por eso creo que fue mi mejor competencia del año. Llegué a Acapulco y jamás pensé que iba a clasificar entre los 10 mejores. Dios fue muy bueno conmigo en ese campeonato por que cuántos no desean estar en el lugar que yo ocupé.
¿Qué tanto has padecido por la falta de apoyo en un deporte tan costoso y en un medio tan difícil?
Yo estoy muy agradecido con Indeportes y con la Gobernación de Córdoba, pero a la vez estoy un poco cabizbajo, triste, porque lastimosamente lo que recibo de sueldo en el Instituto de Deportes lo uso para entrenamientos y este año no he podido ahorrar un peso y sí, los logros se han visto y he traído triunfos al departamento, pero me queda ese sinsabor. Eso me deja un poco triste, a pesar de la voluntad del director de Indeportes y del presidente de la Liga, pero es innegable que hace falta más.
¿De todas esas dificultades, cuál fue la más dura por la que tuviste que pasar este año?
Cuando fui a la Copa Mundo en Italia, tuve que hacer sacrificios personales impresionantes para asistir a esa cita. El dinero que me dieron no me alcanzaba, pero volvería a hacer peripecias para ir de nuevo a Italia, que es la cuna del tiro, por eso, a pesar de todo, califico a esa como una de mis mejores experiencias.
¿Cómo es la historia de la escopeta averiada que te impidió ganar un oro en los Juegos Centroamericanos en Puerto Rico?
Desafortunadamente cuando estábamos peleando esa medalla de oro, porque ya nos habíamos alcanzado al primero y yo estaba disparando muy bien, llegamos a un momento en la competencia en el que me descontaron 3 puntos, por fallas del arma, allí se nos fue esa medallita, pero al fin de cuentas conseguí dos de bronce y no me vine con las manos vacías. Tuve el oro cerca.
¿La escopeta sigue fallando?
Hoy en día la escopeta sigue presentando problemas, afortunadamente no con consecuencias, pero sí sigue fallando un poco. Hablaré con las personas que me apoyan, para ver qué podemos hacer con ella para el próximo año, mejorarla o cambiarla.
¿Cuál va a ser el objetivo central de Nicolás Tordecilla en el 2011?
El sueño de todo deportista que esté en disciplinas de alto rendimiento y en deportes olímpicos, sería llegar a unos Juegos Olímpicos y esa va ser la meta, conseguir ese cupo a las justas de Londres en el 2012, que nos va llenar a todos de orgullo.

Logros del 2011
- Noveno lugar en el Campeonato Mundial de Tiro en Acapulco, México.
- Dos medallas de plata individuales y una por equipos en la Copa Continental Americana, en Perú.
- Dos medallas de bronce en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, en Mayagüez, Puerto Rico.
- Medalla de Plata individual en la Copa Continental de Escopeta, en Argentina.
- Oro individual y por equipos en la Válida Nacional de Tiro, en Cali.
-Plata individual en el Campeonato Nacional de Trap Automático, en Paipa, Boyacá.
- Oro individual en el Campeonato Nacional de Tiro, en Bogotá.

La Cifra
Ese es el lugar que ocupa Nicolás Tordecilla en el tiro de escopeta en Colombia y en Suramérica.

El Dato
Nicolás Tordecilla puede convertirse en el primer cordobés en estar en unos Juegos Olímpicos.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Los Mejores del 2010: El Mejor Año de Stella Urango

Por Orlando Benítez Quintero
Un año de ensueño, lleno de gestas históricas para el karate de Colombia y de Córdoba, fue el 2010 para Stella Maris Urango Martínez, quien besó la gloria en diversos rincones del mundo a lo largo de estos doce meses y que no quiere dejar la buena costumbre de subirse a los podios y colgarse medallas.
Esta ingeniera industrial de la Universidad de Córdoba, que lo ganó todo a nivel continental y mundial, fue una de las protagonistas de nuestro deporte en el 2010, por eso compartió e hizo su balance para nuestros lectores.
¿Crees que este ha sido el mejor año de tu carrera como deportista?
Le doy gracias a Dios por todos los éxitos que obtuve este año, sí, es el mejor de mi carrera. Llevo seis años en Selección Colombia y definitivamente éste ha sido el mejor porque, a diferencia del 2009 -que fue muy bueno porque obtuve una medalla panamericana- sobrepasé las fronteras de América y pude conseguir medallas a nivel mundial. Estoy satisfecha porque soy la primera colombiana que obtiene una medalla mundial en el deporte del karate do.
¿Dónde estuvo el secreto, cuál fue la clave del éxito en el 2010?
Lo primero es la madurez que te da la experiencia. El año pasado gané todo a nivel de América y estuve en dos torneos Open (abiertos) en Europa, en Turquía y Dinamarca, en los que no me fue muy bien, cambiaron mi forma de pensar sobre lo que es el combate y creo que este año se vio reflejado eso. Me pegaron durísimo y creo que todas esas experiencias me enriquecieron y fueron fundamentales para darme más seguridad y poder alcanzar los triunfos que coseché en este 2010.
¿Si tuvieras que quedarte con un resultado, un triunfo, con una de las medallas, cuál escogerías?
Definitivamente la medalla de plata de los Juegos Mundiales de Deportes de Combate en Beijing. Creo que ese ha sido el triunfo más representativo del karate colombiano en toda su historia y porque competir contra las ocho mejores karatecas del mundo, en mí categoría, no era nada fácil. Desafortunadamente no pude conseguir la medalla de oro porque caí ante la croata Jelena Kovacevic, que es la número uno del ranking mundial.
¿Cómo ha hecho Stella Urango para superar la falta de apoyo de la que sufre el deporte en nuestro país y poder representar a Córdoba y Colombia?
Yo le agradezco mucho a Indeportes-Córdoba y a la Gobernación. El Comité Olímpico Colombiano también me ha ayudado mucho, pero generalmente me respalda para ir a los campeonatos que son clasificatorios y cuando hay torneos preparatorios, como los Open que son fundamentales para madurar a nivel competitivo, no nos apoya. Por ejemplo, al campeonato Mundial, viajé con apoyo del Comité Olímpico y al Open de Las Vegas fui con el respaldo de la Gobernación e Indeportes.
¿Cuál va a ser el reto más importante de Stella Urango para el 2011?
El primer reto que tengo es clasificar a los Juegos Panamericanos de Guadalajara, la frustración mía en el 2010 fue no alcanzar la clasificación a estas justas por inconvenientes que tuve en los Juegos Suramericanos de Medellín. Tengo la oportunidad de clasificar en el Campeonato Panamericano que se realizará en la misma ciudad de Guadalajara, en mayo. Obteniendo esa meta, el objetivo sería una medalla de los Juegos Panamericanos. También hay otros compromisos como los campeonatos centroamericano y suramericano, y los torneos Open de Las Vegas y de Holanda.
¿En Córdoba hay material para esperar que surjan más Stellas, hay jóvenes con condiciones que puedan obtener los triunfos que tu has alcanzado en un futuro no muy lejano?
Creo que a cuatro o a seis años, van a salir muchos deportistas buenos de acá. Yo soy una de las que estoy aportando mucho de mi nivel competitivo y de mi nivel técnico sin cobrar un peso, solo quiero que los niños que vienen crezcan con una buena base técnica y competitiva y que vayan con seguridad a la hora de competir en las selecciones mayores. Ahora mismo estoy entrenando a la categoría infantil de la Liga.
¿Los cordobeses vamos a seguir disfrutando tus éxitos por mucho tiempo?
Hasta el 2013, que son los Juegos Nacionales en Córdoba, pues sí. De ahí para allá lo que Dios quiera. Tengo mis metas a corto y mediano plazo hasta el 2013, de ahí en adelante no sé, porque como mujer también quiero tener hijos y otras cosas. Por la edad que tengo aún me queda mucha cuerda para seguir compitiendo, pero hay prioridades y tengo que ver qué es lo que más me conviene.

Logros de Stella Urango en el 2010
- Medalla de oro en -55 kg en la Copa Mundo de Karate Do, en Rotterdam, Holanda.
- Medalla de oro en Open y bronce en -55 kg en los Juegos Suramericanos de Medellín.
- Medalla de oro en la categoría Open, en el Abierto de los Estados Unidos de Karate Do en Las Vegas.
- Medalla de plata en la división de -55 kg en los Juegos Mundiales de Deportes de Combate en Beijing, China.
- Medalla de plata por equipos en el Campeonato Panamericano de Karate Do, en Quito Ecuador.
- Medalla de plata en la categoría de -55 kg en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, en Mayagüez, Puerto Rico.
- Medalla de oro en -55 kg en el Campeonato Nacional Interligas de Sincelejo.
- Participación en el Campeonato Mundial de Karate Do, en Belgrado, Serbia, en el que Japón se llevó el título.
- Finalista en el Premio Carrera de la Mujer 2010, a la Mejor Deportista del Año.
-Nominada al Premio Deportista del Año del diario El Espectador.

El Dato
Estela Urango alcanzó este año el segundo lugar del ranking mundial de karate do.

La Cifra
3 Medallas de oro, tres de plata y una de bronce consiguó Stella Urango en certámenes internacionales a lo largo del 2010.

5to Episodio de ISLA PRESIDENCIAL (El Avión)

miércoles, 27 de octubre de 2010

‘Tabaco’ hizo de San José de Canalete una tierra de campeones

Por Orlando Javier Benítez Quintero
El hombre que ha sabido convertir a San José de Canalete en tierra de campeones tiene apodo de vicio, pero su única adicción es enseñar a los muchachos, de la tierra que lo adoptó, a tocar la gloria a punta de trompadas.
Miguel Antonio Álvarez Bolaños, más conocido como ‘Tabaco’, llegó a este corregimiento del municipio de Puerto Escondido, Córdoba, ubicado a orillas del Mar Caribe, en 1973. Se vino de su natal Chambacú, en Cartagena, a vivir con su madre, Teresa Bolaños. En ese pedazo de tierra se enamoró, formó una familia y también más de un buen peleador.
Los ‘Dinámicos del Ring’
En su cuerda, ‘Dinámicos del Ring’, se formó Miguel ‘El Huracán’ Barrera, ex campeón del mundo del peso paja; Ronald ‘El Indio’ Barrera, hermano del primero y quien ha tenido cinco oportunidades de coronarse como monarca minimosca. También Jorge ‘El Pipa’ Noriega, otro boxeador que estuvo a punto de acariciar una corona; Walter Estrada, Eugenio Oviedo Salas, Rafael Sáenz, Over Bolaños, Arnovis Castro y Enis Pacheco Barrera, de la dinastía Barrera, son algunos de los pupilos de ‘Tabaco’.
“Apenas llegué a San José de Canalete lo primero que busqué fue trabajar en lo que mejor sabía hacer, el boxeo. Reuní a unos 20 muchachos de allí mismo y empezamos a entrenar”, cuenta ‘Tabaco’ sentado en un rincón del coliseo Miguel ’Happy’ Lora, en Montería, donde hoy acostumbra a venir, pues hace parte del cuerpo técnico de la Liga de Boxeo de Córdoba, en la que le han reconocido su aporte al boxeo del departamento.
Siempre fue un aficionado

Miguel Antonio Álvarez Bolaños nunca fue un boxeador profesional, pero sí se montó a los encordados a temprana edad, incluso, antes de que se lo permitieran. “Empecé a practicar boxeo desde los 9 años, porque en mi barrio (Chambacú) no se respiraba otra cosa. Era la época de Rodrigo Valdez, Pedro Vanegas y ‘El Olímpico’ Pérez y muchos jóvenes querían llegar a ser como ellos”, relata.
Víctor Prieto, el mismo que estuvo en las equinas de los grandes boxeadores de Cartagena, fue su entrenador. La primera pelea oficial la hizo a los 14 años, por un peso que llamaban papel.
Solo fue boxeador aficionado. Realizó 43 peleas, ganó 32 y perdió 11. Colgó los guantes cuando apenas tenía 18 años, tras la separación de sus padres. Fue allí cuando se fue para Valledupar y terminó en San José de Canalete, Puerto Escondido.
Las claves del éxito
La responsabilidad, la humildad y el sacrificio, son para este trabajador del boxeo las claves del éxito y por ello siempre inculca estos valores a sus pupilos. “Mis boxeadores deben tener responsabilidad con el club, ser humildes en todo momento y sacrificarse mucho si es que quieren llegar a vivir de este deporte”, apunta Álvarez Bolaños.
Agradecido
‘Tabaco’ hizo parir campeones a San José de Canalete y a lo largo de 15 años fue casi nulo el apoyo que consiguió para su trabajo y para su club. “Ahora, en estos últimos años es que se me está remunerando mi trabajo, que por mucho tiempo lo hice gratis, por amor al boxeo”.
Pese a lo difícil de la situación, en las buenas y en las malas, allí siempre ha estado ‘Tabaco’, metido en el gimnasio, detrás de la esquina, descubriendo talentos y sacando del anonimato a un pueblo y a unos hombres que hoy le agradecen lo que son en el boxeo.
Dice que se siente un cordobés más y que San José de Canalete es su tierra. “Imagínate, ya hasta represento a Córdoba, he ganado campeonatos como entrenador con este departamento. Además, de aquí son mi esposa –Otilia Paredes Estrada- y mis seis hijos”, comenta sonriente.
Dice que hay muchas personas a quienes tiene que agradecerle porque le han ayudado a formarse como entrenador, pero destaca a Luis Levin Ford, presidente de la Liga de Boxeo de Córdoba; a Pedro Vanegas y a Over Vanegas, sus amigos de siempre.
La experiencia de muchos años en el boxeo le dan la autoridad para señalar que lastimosamente a Córdoba, en la actualidad, le hace falta u n ídolo y que la razón es que los boxeadores se están apresurando para dar el salto al profesionalismo. “No esperan acumular experiencia, sobre todo internacional, como aficionados, toman decisiones muy apresuradas y fracasan”.
Las enseñanzas de ‘Tabaco’ han sacado a varios hijos de San José de Canalete del anonimato, el mismo en el que él, humildemente, prefiere seguir forjando campeones.

miércoles, 13 de octubre de 2010

‘Cascarita’ rescató a un campeón y noqueó a la muerte

Por Orlando Benítez Quintero
“Tú quieres que tu hijo coma tierra como te tocó a tí, vamos párate de ahí, que tienes un empresa en esas manos”. Esas crudas palabras salvaron a un boxeador que luego besó la gloria al coronarse campeón mundial.
La frase es de Manuel Enrique Bustos o, más bien, de ‘Cascarita’, como todos lo llaman desde niño. El púgil caído era Cesar Canchila, quien el 26 de julio de 2008 -meses después de ese regaño- se coronó campeón mundial minimosca de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB). Ese resultado histórico de Canchila, ‘El Pollo de Cereté’, le dio la razón a ‘Cascarita’. “Yo creo que Canchila vive mejor hoy que cuando lo encontré tirado, desmotivado y no queriendo saber nada del boxeo”, afirma. El púgil se había desmotivado luego de una derrota contundente ante otro cordobés, el planetarricense, Michell Arango.
Este personaje, diminuto como su apodo, con tantas historias como golpes en la vida, es un deportista que ganó en el fútbol, saboreó el triunfo en los cuadriláteros y le ganó una batalla a la muerte.
“Nací pa’ futbolista”
Pero este maestro de la motivación llegó al boxeo luego de una incursión en el fútbol, deporte donde adquirió su apodo y en el que pensó llegaría a ser grande, pese a su estatura mínima. “Creo que yo nací pa’ futbolista, pero cuando empecé a ir a la cancha Santa Teresa, en Cereté, no me querían dejar jugar, por mi talla. Tenía 12 años y era muy bajito”.
Relata que era la época de los clásicos entre Santa Clara, su barrio, contra Santa Teresa y que tuvo la oportunidad de debutar en uno de esos clásicos. “Me metieron porque un jugador de su equipo se lesionó. No creían en este pelaito, pero entré y metí dos goles, los del empate, porque íbamos perdiendo 2-0”.
Seducidos por su agilidad y rapidez a ‘Cascarita’ lo fichó el equipo Hielo Cereté, uno de los grandes conjuntos de ese tiempo. Allí jugó entre los años 1964 y 1966. Fue llamado a selecciones Córdoba y su paso por el balompié tardó unos seis años.
Bueno con las trompadas
Aparte de las gambetas ‘Cascarita’ tenía un talento innato para la pelea. Más de un rival en la cancha probó su rápida pegada y un día se vio en un cuadrilátero dándole en la cara al hijo del dueño de los espectáculos boxísticos en Cereté.
“Milad Calume organizaba las reuniones boxísticas en la gallera Pico y Espuela de Cereté, todos los sábados. Una noche de esas él estaba en la puerta de la gallera y me dijo que si quería entrar gratis a ver el espectáculo, tenía que pelear con su hijo, Miladcito, como abrebocas a las peleas profesionales de fondo. Yo dije que listo ”, relata sonriente ‘Cascarita’.
Eso no fue problema para este personaje, quien sin saber mucho de técnica le dio una ‘paliza’ a su contendor, quien no tardó mucho en ponerse a llorar. “A los que hacían los abrebocas, el público les lanzaba monedas de a centavo y cuando Miladcito reventó en llanto, yo le decía que siguiera llorando pa’ yo agarrar las monedas que caían de todos lados”.
Ese es el abrebocas de su carrera boxística, que empezó oficialmente a sus 17 años, cuando debutó con triunfo en el boxeo aficionado en una pelea contra Emiro Martínez, otra vez en la gallera -esta vez, en serio-.
Realizó 30 peleas aficionadas, de las cuales 25 ganó por nocaut técnico y el resto por decisión. Como amateur no conoció la derrota. “Yo no tenía una pegada fuerte, mi principal cualidad era la rapidez y que me gustaba ir a la ‘zona de candela’. Todas mis peleas se resolvieron por decisión. Nunca tumbé a nadie”.
Así como en el fútbol ‘Cascarita’ integró selecciones Córdoba de Boxeo, equipos sin suerte que nunca pudieron cruzar los límites del departamento por falta de apoyo. “Había un equipazo con boxeadores de calidad como Francisco ‘Yata’ Durango, Bonifacio Ávila, Zenón Vellojín, entre otros. Esa situación me decepcionó”, dice.
Se quitó la careta
La frustración de no poder representar al departamento lo llevó a quitarse la careta de protección y a dar el salto al profesionalismo. En 1967 debutó en el coliseo de Montería enfrentando a Luis Zúñiga, en una pelea que él califica como la mejor de su carrera. “Le gané por decisión en seis asaltos y fue una gran pelea, tal vez la mejor que hice, pues Zúñiga era un gran peleador. Además, era mi primer combate profesional”, comenta ‘Cascarita’, quien asegura que esa fue la primera pelea profesional de la categoría minimosca que se efectuó en Montería. También se enfrentó a boxeadores como Eliseo Padilla, de Cartagena; al ecuatoriano Abdón Peralta, al panameño Ever Lot y al sucreño Carlos Osorio. Hizo 21 pleitos profesionales, ganó 14 por decisión y perdió 7. Se retiró en 1984.
El combate más grande
“La pelea más grande que tuve fue en el 2005. Fui operado de un cáncer de tercer grado en la próstata. De ese contendor tampoco me dejé, le gané y aquí estoy todavía dando lora.Habrá ‘Cascarita’ para rato”.
Dice que es un agradecido de la vida que le dio una segunda oportunidad y el privilegio de gozar del aprecio de la gente, de seguir enseñando y dando regaños que ayuden, ojalá a muchos, a ser campeones como el ‘Pollo de Cereté’.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Pedro Salgado, ‘Elegante’ en el ring y en la esquina

Por Orlando Benítez Quintero
Pedro Salgado Ayala, a quien por su estilo fino sobre el cuadrilátero apodaron ‘El Elegante’ se sentó en un escalón de las graderías del Coliseo Miguel ‘Happy’ Lora, el mismo que tuvo la suerte de inaugurar un 20 de enero de 1990 -no admite discusión- y empezó a hablar de algo que lo apasiona, que lo llena y que le duele: el boxeo.
‘El Elegante’ es un dedicado trabajador de este deporte que sacó del anonimato a Córdoba y a Montería, desde que sale el sol hasta el ocaso, y su experiencia como boxeador y entrenador le dan autoridad para aconsejar a los que quieren ser campeones y están bajo su tutela todas las tardes en el viejo gimnasio del coliseo.
Se ganó un cupo en el gimnasio
Nació y se crió en el barrio Nariño de Montería. Llegó al boxeo porque en su vecindario los muchachos no hacían otra cosa que admirar a Róbinson Pitalúa y Rumaldo Garcés, sus vecinos y las figuras de la época en la ciudad. Él no escapó a ese deseo de hacerse boxeador y lo alcanzó cuando tenía 13 años de edad.
"No era fácil, había que ir al Coliseo Mocho, lo que es ahora el ‘Happy Lora’, hacer un curso y presentar una prueba ante el profesor Mario León. Él veía cual de los muchachos, que llegaban por cientos, tenían las condiciones para entrenarse en el gimnasio", recuerda sin dejar de mencionar que él fue uno de los que clasificó al siguiente nivel para calzarse los guantes en serio. Entonces, empezó a entrenar bajo las órdenes del profesor León y de Pedro Vanegas en una cuerda que llevaba el nombre Alcaldía de Montería. Integró el Club Latinos, de Luis Zúñiga, pero al poco tiempo volvió a entrenar al coliseo bajo la órdenes de Vanegas y de su mentor, amigo y compañero, Rumaldo Garcés, quien para la época ya había colgado los guantes y empezaba a transmitir sus conocimientos a las nuevas generaciones de peleadores.
‘El Elegante’ se subió por primera vez a un cuadrilátero poco después de mostrar sus condiciones en los entrenamientos. "Fue en una velada que organizaron en el colegio Los Olivos, en el barrio La Pradera. Le gané por nocaut en el segundo asalto a Richard Montiel, un muchacho de aquí de Montería", recuerda.
Su peso era mosca o 51 kilográmos y su principal rival como amateur fue Juan Sánchez, con quien peleó siete veces y solo perdió en una oportunidad. También recuerda combates ante rivales como el cereteano Asdruval Velásquez y el monteriano Oswaldo Osorio.
En el boxeo aficionado hizo 56 peleas y perdió 8. Representó a Córdoba en un Campeonato Nacional Juvenil, en Caquetá, e integró una selección disidente de Córdoba que iba a participar en los Juegos Nacionales de 1988 en Montería y que al final de cuentas, los dirigentes no dejaron participar.

Debutó y estrenó el coliseo
Pedro ‘El Elegante’ Salgado dice con certeza que el fue el boxeador que inauguró el nuevo coliseo Miguel ‘Happy’ Lora. "Claro. Esa fue la noche del 20 de enero de 1990 cuando Amancio Castro Peleaba por título mundial en Montería, ese día yo debuté como profesional y fue la primera pelea que tiraron en esa cartelera. Entonces, yo fui el primero en estrenarlo", cuenta entre risas.
Esa noche un coliseo colmado de aficionados que esperaba el combate por título mundial de Amancio Castro, vio como ‘El Elegante Salgado le ganó por decisión en cuatro episodios a Edualdo Hernández.
Su carrera profesional fue corta, solo cinco años estuvo recorriendo escenarios boxísticos en Cartagena, Barranquilla, Valledupar, Sincelejo y Montería. Con peleas duras como la que perdió por decisión ante Francisco Álvarez, en 10 asaltos o la que le ganó en Montería a Antonio ‘El Mocho’ Montero.
Reconoce a Luis Levin Ford como su único empresario de su carrera boxística.
Después de 19 peleas, 16 victorias (10 nocauts) y tres derrotas, en el año de 1995 la ‘elegancia’ se bajó del ring. Pedro, aburrido por la desorganización, decidió no subirse más a los encordados, pero no se alejó del boxeo.

Pedro ‘El Elegante’ Salgado fue uno de los principales sparrings de Miguel ‘Happy’ Lora, ex campeón mundial de boxeo.

El entrenador
‘El Elegante’ no se fue muy lejos, se quedó en la esquina. Se convirtió en entrenador.
Se vinculó, en principio, a la empresa boxística de Emiro Bula, de Montería. Luego se fue para Bogotá a trabajar con la cuerda de los hermanos Gómez Hernández, entrenando a boxeadores de la talla de Joel Julio, William Morelo (Q.E.P.D), John Berrío, Jair Jiménez, Wilson Alcorro y Carlos Maussa. Tuvo la oportunidad de asistir a Jair Jiménez en la obtención de su Título Latino, en Miami, y en un combate mundialista, en Nicaragua, que perdió de forma polémica el púgil cordobés.
En la capital de Colombia estuvo 4 años y se vino para Montería cuando Luis Levin Ford fue nombrado presidente de la Liga de Boxeo de Córdoba.
Desde entonces hace parte del cuerpo técnico de la Liga y hoy tiene la responsabilidad de escoger, junto a Rumaldo Garcés, a los jóvenes que integran las selecciones Córdoba. En ese período vinculado al boxeo aficionado de su departamento ha conseguido tres títulos nacionales: el Campeonato Nacional Junior, dos veces, en 2005 y 2009, y el Campeonato Nacional Infantil, en 2010.
En esos seleccionados estuvieron peleadores de la talla de Óscar Negrete, máxima figura del boxeo amateur de Córdoba en la actualidad, y otros que ya son profesionales como Anuar Salas, Víctor Coronado y Jailer Berrío, entre otros.

Faltan ídolos
Para Pedro Salgado el boxeo de Córdoba siempre se destacará porque hay muchachos con muchas condiciones, pero reconoce que en este momento hace falta esa figura que inspire a los jóvenes y llene escenarios, como lo hacían Amancio Castro y el ‘Happy’ Lora. "Definitivamente nos hacen falta ídolos. Boxeadores grandes que llenen estadios, los podemos formar porque hay material humano, pero hace falta mucha disciplina y dedicación, dos características que tenían los boxeadores de antes", dice. ‘El Elegante’ asegura seguirá trabajando todos los días para encontrar a esa figura, para llegar a una Selección Colombia de Boxeo como entrenador y para cumplir el sueño de ganar un título mundial con uno de sus pupilos.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Amancio Castro, una 'locura' de boxeador

Por Orlando Benítez Quintero
¿Loco? Lo que sí parece descabellado es que un hombre haya tendido en la lona a cuatro campeones mundiales y nunca haya podido ser campeón.
Amancio Castro Padilla, ahora libra combates fuera de los cuadriláteros tratando de no doblegarse ante vicio. Él es el dueño de esa absurda marca que le impidió ser uno de los más grandes campeones de la historia del boxeo colombiano y mundial.
Sentado en una de las esquinas del coliseo que se llenaba para verlo batirse a trompadas y con una lucidez mental que desafía los males de su cabeza, relata parte de su historia llena de golpes de gloria y de muchas caídas.

‘Rocky’ Valdez y Monzón, tienen la culpa
El día que decidió ser boxeador Amancio tenía 16 años y trabajaba como ayudante de latonería en un taller que quedaba frente a la plaza Montería Moderno. Había conseguido trabajo en ese negocio luego de dejar su pueblo, Bajo del Limón, en Moñitos, un municipio de la costa de Córdoba, que lo vio nacer hace más de 50 años.
"Estábamos mirando en la televisión una pelea de dos grandes: Rodrigo ‘Rocky’ Valdez y Carlos Monzón y a mí me gustó ese espectáculo. Entonces dije que yo quería ser como ellos", recuerda Amancio.
Ese día le dijo a Frankie, la persona a la que le ayudaba en el taller de latonería, que necesitaba que le diera permiso para irse a las 4:00 de la tarde y no hubo problema. Amancio ya sabía dónde podía aprender a boxear. El combate entre ‘Rocky’ y Monzón fue un sábado y el lunes siguiente ya estaba practicando bajo las órdenes del profesor Manuel Álvarez, en el barrio Santa Fe, en el sur de Montería.
Recuerda que su primera pelea como aficionado fue en el colegio El Campano, de Montería, y que allí le ganó por nocaut en el segundo asalto a un boxeador al que le apodaban ‘El Goyo’.
Se ríe cuando a la mente se le viene una curiosa anécdota de esa primera vez en un cuadrilátero: "en esa pelea no me echaban agua, como hacen ahora, me exprimían una naranja dulce en la cara, cada vez que llegaba a la esquina".
Amancio, quien por su nombre nunca necesitó de remoquete, hizo 78 peleas como aficionado, 68 de esas ganadas por nocaut. recuerda con claridad que en 1978 representó a Córdoba en un campeonato nacional que se realizó en Quibdó y en esa oportunidad se tuvo que conformar con la medalla de plata al perder en la final con Cristóbal Torres. Al año siguiente -dice- se ‘sacó el clavo’ al obtener el título nacional en los 57 kilogramos, en Bucaramanga. El triunfo se le volvió a escapar en 1980, en San Andrés Islas, cuando perdió la de oro ante un bogotano, Zandalio Calderón.

Amancio Castro asegura que el apellido Castro, como el del dictador cubano, le cerró las puestas de un título mundial, pues los empresarios del boxeo eran cubanos y opositortes a Fidel.

Contra los grandes
En 1980 Amancio Castro dio el salto al profesionalismo. Empezó una carrera a lo grande  sin el brillo de una corona.
Un bolivarense fue el primero en probar su fuerte pegada. Recuerda que la pelea fue en el Coliseo ‘Mocho’, hoy Miguel ‘Happy’ Lora, donde se impuso a Amalio Salgado por nocaut en el cuarto acto.
En su mente está claro cada recuerdo de su carrera boxística y así va contando cada detalle. Después del debut en Montería, se enfrentó a Sergio Álvarez en la plaza de toros de Bucaramanga, a este retador lo ‘embistió’ y mandó a la lona en el décimo asalto. Después vino la disputa del título Centroamericano y del Caribe, que le ganó a Luis Godoy noqueándolo en tres asaltos en el coliseo Bernardo Caraballo, de Barranquilla. Ese mismo título lo defendió más adelante con éxito contra el cartagenero Eduardo Valdez.

Tumbó a Pambelé
Amancio Castro Padilla se enfrentó y puso en aprietos a Antonio Cervantes ‘Kid’ Pambelé. El pleito entre el cordobés y el palenquero -quien venía de ser campeón del mundo- se escenificó en la plaza de toros de Cartagena. "Lo tumbé dos veces, pero no lo pude noquear, él era la estrella del momento y después de round 12, le dieron la pelea por decisión". También asegura que Pambelé le metió los dedos enguantados en los ojos durante todo el combate.

Le ganó a los campeones
Después de alcanzar reconocimiento nacional, le llegó la hora de irse a Estados Unidos en busca de la gloria mundial y de entrada le tocó ‘bailar con la más fea’, ya que su primera pelea fue contra Jimmy Paul, campeón mundial del CMB, en un combate en el que no estaba en juego ningún título y más bien era de preparación para el norteamericano. La cosa no resultó tan amistosa porque Amancio, que siempre quería ganar, noqueó al gringo en el tercer asalto. Ese inesperado triunfo le dio la oportunidad de clasificar séptimo en el ranking CMB.
Luego se midió a Nick Parker, en Miami, a quien también le ganó por nocaut en el quinto episodio, triunfo que lo ubicó tercero en el ranking. Vino entonces una seguidilla de victorias ante Alfredo Layne, de Panamá, por decisión dividida después de 10 asaltos; y contra Billy Wooten, a quien venció por nocaut técnico en la séptima vuelta.

Título mundial en Montería
Amancio fue el primer boxeador cordobés en pelear por un título mundial en Montería. La oportunidad llegó ante el méxico-americano Mauricio Aceves y la pelea se hizo en el 'Coliseo Mocho' el 20 de enero de 1989.
"Yo nunca había visto el coliseo de bote en bote como ese día, las colas llegaban a la Olímpica y la boletería se había agotado un mes antes", dice ‘El Yata’ Durango, una vieja gloria del boxeo cordobés, que acompaña la charla con Amancio.
Esa noche a Castro Padilla se le escapó la gloria de las manos, pues el combate terminó empatado en 12 asaltos.
"Yo me caí en el último asalto y creo que por eso no me dieron la pelea", dice Amancio, quien también asegura cuenta que a la pérdida de la corona se suma la de unas novillas que unos hacendados le habían ofrecido si ganaba el título.
Tres meses después se hizo la pelea de revancha en Santa Ana, California. Allí Aceves, haciendo de local, le ganó por decisión unánime al morocho cordobés.
Pero allí no acabaron las oportunidades mundialistas. Amancio siguió combatiendo en Montería, Cartagena y Ciudad de México. Le ganó a Eder González y a Manuel Salas, en Montería; perdió con Rafael Pineda, en Cartagena, y con Carlos González, en México. Se quedó en ese país y allí volvió a ganar, noqueando en ocasiones consecutivas a Armando Juárez y a Albino Rosas. Se le presentó la oportunidad de viajar a Pretoria, Sudáfrica, a enfrentar al sudafricano Dingaan Thobela, quien le había arrebatado el título del mundo a Mauricio Aceves, sin embargo, la gloria le volvió a ser esquiva, al perder por decisión.
Luego vinieron altibajos, triunfos y derrotas entrelazadas, hasta que llegó la hora del retiro. El 26 de abril de 1994 peleó por última vez en Montería noqueando a César ‘Bebé’ Salas.
Dice que antes de su retiro le propusieron una pelea unificatoria de título ante Rafael Pineda, quien era el campeón de la FIB, por una bolsa millonaria y que no aceptó porque la condición era que se dejara tumbar. "Dije que no y me retiré", cuenta en rabioso aleteo de manos.
Este infortunado boxeador terminó su carrera con un récord de 41 peleas: 21 triunfos, 14 por nocaut, 17 derrotas y tres empates.

Preso, en posición de yoga en Corea
Seis meses estuvo Amancio Castro preso en Corea del Sur. El arresto se dio por una suplantación de identidad, un delito grave en el país oriental. "Resulta que fuimos a pelear a Corea, Joaquín Caraballo, Alberto Castro y este servidor y a Alberto lo pusieron a pelear con mi licencia y las autoridades coreanas se dieron cuenta de todo y terminé preso. Seis meses en posición yoga, hasta que la embajada de Colombia hizo lo posible y me libró de ese castigo".

El final
Amancio se dejó seducir por los vicios. Se perdió en las calles monterianas y terminó inexplicablemente desmovilizado como paramilitar. Hoy da muestras de superación y lucidez, mientras asiste a programas de rehabilitación. Vive en casa de una hermana en el barrio Santander y quiere que las autoridades le tiendan la mano para completar el tratamiento. Pide que lo ayuden a gestionar su pensión ante Coldeportes. Señala que está dispuesto a enseñar todo lo que sabe y a dejar de ser el loco que todos señalan en la calle.

jueves, 19 de agosto de 2010

'El Ñato', el duende del tablero

Por Orlando Javier Benítez Quintero
Parece un duende que se refugia tras la oscuridad y los números del tablero del estadio de béisbol 18 de Junio de Montería. Un hombre anónimo que hace visibles los resultados para los fanáticos de la pelota caliente que disfrutan en las graderías.
Para los que no saben, las bolas, los strikes, los outs, las carreras y todos los números blancos del viejo tablero no cambian solos y tampoco los manipula un sistema electrónico. Desde hace 27 años quien corre de un lado a otro y de arriba a abajo por el interior de la ya podrida estructura de madera, zinc y cemento es Luis Felipe Martínez Pimienta, más conocido como ‘El Ñato’, a quien nada más hay que ver para saber el por qué del apodo.
Un día dejó de corretear las bolas que superaban la cerca del estadio -su primer trabajo en el mundo del béisbol fue el de recoge bolas- se ganaba unos cuantos centavos por recuperar las esféricas. Se capacitó y rápidamente se hizo el tablerista oficial del máximo escenario del béisbol en Córdoba. Recuerda con especial aprecio a ‘El Curro’ García, quien es el responsable de que ‘El Ñato’ esté hoy sentado entre números, detrás de los jardines del estadio 18 de Junio. "Él era el presidente de la Liga de Béisbol de Córdoba y fue el que me permitió entrar a este tablero en el que llevo ya muchos años", dice agazapado en un rincón de la que es su casa cada vez que hay béisbol. Mientras no pierde detalle de las jugadas que se dan en el juego, este personaje no acepta dudas sobre su precisión a la hora de reportar las anotaciones y dice con autoridad: "yo no me equivoco. La experiencia no se improvisa".
Con la misma firmeza que defiende la fidelidad de los datos que cuelga en cada juego, ‘El Ñato’ manifiesta que no recuerda haber faltado a ningún partido de béisbol en el 18 de Junio, desde la fecha en la que se hizo tablerista.
Recuerda que la primera vez que se paró detrás de ese cuadro negro fue en un juego del béisbol departamental, cuando en Córdoba la pelota despertaba aún más pasión y cuando el estadio se llenaba hasta las banderas todos los fines de semana. Sin embargo, no puede acordarse con exactitud qué equipos se enfrentaron aquella tarde hace 27 años. "Es que esos domingos se jugaban varios partidos aquí en el estadio", dice queriendo justificar su olvido.
Describe su singular oficio como "muy complicado" porque "hay que correr de un lado a otro, ser preciso y saber de béisbol", señala. "Yo en realidad soy un auxiliar del anotador oficial e igual que él debo saber cuando la jugada es hit, cuando es error, estar pendiente cuando el árbitro canta bolas y strikes para seguir bien el conteo entre pitcher y bateador", cuenta ‘El Ñato’ sin dejar de indicar que lo más duro es llenar manualmente el resumen final, es decir, donde quedan consignados las estadísticas (hits, bolas, turnos al bate y demás). Para cumplir bien con su tarea maratónica requirió del apoyo de otras personas. "Antes yo tenía dos asistentes, pero la cosa se puso mala y ahora solo tengo uno". Habla de Gustavo Lara Martínez, su sobrino, quien lo acompaña desde hace 17 años en el tablero.
Afortunadamente, dice, "llevo el béisbol en la sangre" y como a cualquier aficionado lo emociona una buena jugada y celebra, allá donde nadie lo ve, cuando el equipo de casa gana o hace una buena jugada. También sufre cuando le toca colgar los datos de una derrota.
Recuerdos
Como tiene alma de aficionado dice que le gustan los Yankees de Nueva York y su razón es sencilla: "porque son los mejores". Pero así mismo recuerda novenas del béisbol doméstico como Cardenales, Universidad de Córdoba y Droguería Olímpica, de Lorica, según él, de los mejores equipos que jugaron en el béisbol departamental.
Sin embargo, el episodio más feliz que casi termina en tragedia familiar le ocurrió el 24 de Julio de 1988, cuando Córdoba le ganó la final nacional a Bolívar. "Eso fue muy emocionante había mucha gente aquí en el estadio, no cabía ni un alfiler. Todos saltamos, festejamos cuando se cogió el último out para que ganara Córdoba y fue tanta la emoción que a mi sobrino, que ya me estaba ayudando a anotar, estuvo a punto de darle un paro cardíaco", cuenta entre risas.
Así también rememora momentos y marcas históricas de las que ha sido testigo de primera mano. "Un norteamericano que jugaba para el equipo Café Universal, en el campeonato profesional, metió la bola hasta el tablero. Entró por el cuadro del sexto inning, fue algo impresionante, que nadie ha repetido. El jonrón más grande que he visto en mi vida", narra mostrando el lugar por donde entró esa bola como misil, la cual guarda con recelo en su casa.
Así también menciona los que para él han sido los mejores jugadores que ha visto en su estadio. Abel Leal, de Bolívar; los americanos Mike Chapenson y Van Hayen, y los venezolanos Juan Francia y Javier Colina, están en su ‘line up’ (nómina).
‘El Ñato’ dice que no está entrenando a nadie en el arte de manejar el tablero porque él todavía tiene cuerda para rato. Tampoco lo asusta la remodelación a la que será sometida su casa (el estadio), más bien lo emociona porque va a estrenar tablero.
Así como los duendes cuidan de los bosques, Luis Felipe Martínez Pimienta, cuida de los resultados en el tablero, detrás, también de los bosques (o jardines) del campo.

miércoles, 4 de agosto de 2010

La medalla de Nicanor Camacho está en el fondo del Sinú



-Camacho fue el primer campeón centroamericano de boxeo que tuvo Córdoba.

-A Nicanor Camacho lo pasearon en un carro de bomberos y le prometieron una casa y un trabajo que todavía espera.

Por Orlando Benítez Quintero
"¡Vamos, vamos, mete esa derecha bien, con ganas, no dobles el cuerpo, no pares!". Con la autoridad que le da haber sido un hombre golpeado por el boxeo, Nicanor Camacho Morelo, el primer campeón Centroamericano y del Caribe que tuvo el departamento de Córdoba, reparte indicaciones desde una orilla del ring del gimnasio del coliseo Miguel ‘Happy’ Lora.
Allí -donde él también se hizo peleador- está todas las tardes, más pesado, con la experiencia reflejada en sus canas y con muchas ganas de aconsejar a quienes persiguen la gloria en los cuadriláteros. "Yo les recomiendo cosas para que mejoren, si les gusta bien y si no también. Lo que pretendo es que no les falte un consejo en las derrotas, como me pasó a mí. A eso vengo todos los días", dice mientras sigue gritándole a Ever Bravo, una de las promesas del boxeo colombiano, quien se mueve frente al espejo.
En ese mismo lugar recuerda sus inicios en el barrio Sucre, la gloria de un paseo en la máquina de bomberos, las promesas que sigue esperando se cumplan y del triste final de su carrera.

Fritos por trompadas
Tenía 14 años de edad y trabajaba vendiendo las empanadas que su mamá hacía para sostener a su familia, cuando conoció a ‘Tico’ Correa, el único que tenía televisor en el barrio Sucre, de Montería, y quien terminó siendo el culpable de que el pequeño Nicanor fuera boxeador.
"Cuando yo regresaba del centro con los fritos que nunca terminaba de vender, ‘Tico’, quien era un aficionado al deporte, me decía que me compraba todo lo que me había sobrado con la condición de que me pusiera unos guantes, que él tenía, e hiciera sombra en unos espejos que había en su casa", cuenta alegremente Nicanor.
Aquello no le hacía mucha gracia a la vieja Faustina Morelo, su mamá, quien se las pillaba todas. Se daba cuenta que su hijo llegaba cansado y con uno que otro moretón, pero con la plata de los fritos completa.
"Me daba unas tundas, que pa’ qué te cuento. Afortunadamente estaba mi abuela, Dolores Flórez, quien me defendía", relata entre carcajadas.
Se cansó de que donde ‘Tico’ le dieran duro porque no sabía la técnica de boxeo, decidió tomar el tema en serio e irse a entrenar al coliseo, el mismo que hoy se llama Miguel ‘Happy’ Lora, por encima de la fuerte oposición de su mamá.
"Salía todas las tardes trotando desde mi casa hasta aquí (el coliseo) a ponerme a disposición de Mario León, Pedro Vanegas y Manuel Álvarez, quienes fueron mis primeros entrenadores", cuenta.

Golpes de oro y decepción
Con su técnica ya depurada, sus entrenadores decidieron echarlo a la arena para su primer combate como aficionado. Fue uno de los teloneros de una velada profesional en la que estuvieron estrellas de la época como ‘Barbulito’ Zuluaga. Esa fue una noche de 1970 y su rival César Sanez, perdió con él por decisión. Empezó con pie derecho una carrera trajinada pero corta, al final de cuentas.
Se hizo imbatible a nivel local, no había quien le ganara, tanto así que conquistó cinco veces el título departamental y representó a Córdoba en varios campeonatos nacionales en los que brilló con luz propia. Se coronó campeón de los medianos junior (69 kilogramos) en certámenes celebrados en Cartagena, Cali, Montería y San Andrés.
Luego de ganar su quinto cetro nacional en la isla de San Andrés, lo llamaron para que hiciera parte de la Selección Colombia de Boxeo, que afrontaría varios compromisos importantes, entre ellos, los Juegos Centroamericanos y del Caribe que se realizarían a mediados de 1975 en Ciudad de Guatemala.
No tuvo problemas para superar a rivales guatemaltecos, panameños y cubanos, para llegar a la gran final contra el puertorriqueño José Cruz, a quien superó 5-4 bañándose de gloria y colgándose una medalla de oro inolvidable pero olvidada, la primera de un púgil nacido en las tierras sinuanas en un certamen Centroamericano y del Caribe, la misma que hoy reposa en algún lugar del fondo del río Sinú, lanzada por Nicanor en un momento de desesperanza posterior.
Llegó a Montería, lo pasearon por las calles sobre una máquina de bomberos y el Alcalde en ese entonces de apellido Guzmán Padrón –según él mismo recuerda- le prometió una casa y un trabajo. "Todavía los estoy esperando", dice. Por ello reconoce que se volvió un resentido con la dirigencia de este departamento. "No le creo a nadie porque todavía, 35 años después, vivo pagando arriendo", dice sin esconder su rabia.
Luego del título en Guatemala fue preseleccionado para el equipo colombiano que buscaría un cupo para los Juegos Olímpicos, pero antes de decidirse a seguir el sueño olímpico, sucumbió ante la tentación del dinero. "Me pusieron sobre la mesa 50 mil pesos, un motón de plata en ese tiempo, para que diera el salto al profesionalismo y no me resistí a la oferta", explica.
Hizo en su carrera como amateur 265 peleas, recorrió buena parte de Centroamérica y el Caribe, participando en Campeonatos como el de Córdoba-Cardín y Cienfuegos, en Cuba; y otros torneos internacionales en Panamá, Venezuela y Puerto Rico.

No soportó la derrota
Luego vino una corta incursión de Nicanor al boxeo profesional, realizó 26 peleas, con 21 nocauts, un empate y tres derrotas, las mismas que no soportó y lo llevaron a su prematuro retiro.
Debutó enfrentando a Adalberto Vanegas, en Montería y ganó por decisión en 15 asaltos. Después enfrentó a ‘El Rudo’ Arias, un nicaragüense al que venció en su ciudad natal. También se enfrentó al dominicano Jesús ‘Pecho’ Castro, a quien despojó del título Centroamericano.
Estuvo ranqueado entre los primeros de la Asociación y del Consejo Mundial de Boxeo y fue allí cuando tuvo la oportunidad de irse al exterior por una pelea clasificatoria contra el tejano Tony Ayala a quien dice: "le metí una paliza, pero fue a él a quien le levantaron la mano". Vino luego otro revés contra ‘El Cabezón’ Gómez, en Puerto Rico, pero pudo levantar la cabeza y volver a estar clasificado cuando meses más tarde le ganó por nocaut a Gutiérrez -no recuerda el nombre- un púgil norteamericano.
Entonces vino otra oportunidad de una pelea clasificatoria, fue en Sudáfrica, ante Charles Weiss, quien lo derrotó por decisión y acabó con su carrera en el acto.
"Tenía unos 30 años y no soporté las derrotas, no hubo nadie que me dijera que aún tenía condiciones para seguir. Hoy, sé que las tenía", explica nostálgico Nicanor.
Con la plata que se ganó compró una volqueta y con ella pudo seguir sosteniendo a sus seis hijos, dos de los cuales siguen sus pasos en el boxeo.
Cuenta que hubo momentos de desespero y crisis como la del día en que se cansó de esperar que lo premiaran por sus logros. Cogió la caja donde guardaba la medalla centroamericana y sus trofeos, se paró en el centro del puente metálico y los tiró. "Casi me tiro yo, pero recapacité y afortunadamente mi familia me tendió la mano".
Esta tarde está en el lugar de siempre, el gimnasio del coliseo donde pulió su potente pegada, allí sentado en una banca sigue esperando la casa y el trabajo prometido.

jueves, 29 de julio de 2010

Festival del Bullerengue en Puerto Escondido


La condena de ‘Pata ‘e Juete’

Por Orlando Benítez Quintero y Alex Pájaro MosqueraRobarse un par de gallinas en Colombia puede costar más que violar o matar. De eso pueden dar testimonio cientos de delincuentes que a diario son dejados en libertad por vencimiento de términos o por un procedimiento mal hecho. También ‘Pata ‘e Juete’, un conocido personaje de El Sabanal, vecino del Presidente Uribe, quien por hurtarse dos de estas aves de corral, dos bafles, una bicicleta vieja, unos bombillos y 50 mil pesos fue condenado a seis años de cárcel y cada vez que está a punto de recobrar la libertad otra condena lo aleja del portón de salida de la Cárcel Nacional Las Mercedes, de Montería.
En esa penitenciaría este personaje pueblerino comparte encierro con asesinos, violadores y otros cacos, ninguno de tan poca monta como él, pero con condenas similares a la suya.
‘Pata ‘e Juete’ se llama Richard Niño Doria y fue capturado el 9 de noviembre de 2007 por la Policía de El Sabanal, llevado a Montería y en menos de lo que canta un gallo a Las Mercedes. Un día antes este joven indocumentado, enfermo de polio –por ello su remoquete: Pata ‘e Juete- y con algún retardo mental, se hurtó su precario botín de la casa de José Luis Negrete Torres en la vereda El Claval, perteneciente al corregimiento El Sabanal, población rural célebre en el país porque allí pernocta con frecuencia el Presidente de Colombia.
La víctima de este robo que todavía estremece a El Sabanal -más por lástima con el condenado delincuente que por su peligrosidad- es José Luis, un inquilino de la casa de María Espeleta, empleada de un juzgado en Montería.
El afectado le contó a las autoridades que el 8 de noviembre de 2007 salió de su casa en El Claval a realizar unas vueltas personales y que al mediodía, cuando regresó, encontró que la puerta de su rancho estaba violada y notó que le hacían falta los bafles de su equipo, 50 mil pesos que estaban en algún lugar y 10 bombillos. Julio Peinado, un vecino, le dijo a este que había visto a ‘Pata ‘e Juete’ salir de esa casa con un saco sobre el hombro corriendo por el potrero. Apoyado en ese testimonio, Negrete Torres denunció el hecho a la Policía que no tardó en llegar a la casa del ladronzuelo y recuperar los elementos robados.
El 2 de enero de 2008 ‘Pata ‘e Juete’ fue condenado a 48 meses de cárcel, es decir 4 años de prisión, por el delito de hurto calificado. Sin saber leer ni escribir ni mucho menos de qué le estaban hablando, el ingenuo acusado aceptó los cargos. Allí empezó su odisea en medio del anhelo por la libertad.
Los familiares del condenado dicen que este nunca contó con la asistencia de un abogado propio durante las audiencias, que fue inducido por algunos funcionarios judiciales para que se allanara a los cargos y para que en su testimonio incluyera cosas que nunca hizo, para obtener beneficios jurídicos y así salir más pronto del ‘hueco’.
Incluso, aseguran que la Defensora Pública que le asignaron al joven le recomendó que se allanara a los cargos, es decir, que aceptara las acusaciones, para así poder obtener rebajas.

A Yamile Doria Yánez, tía de ‘Pata ‘e Juete’, le ha tocado ponerse al frente del caso, pues según ella misma dice la mamá no se pertenece, pues tiene problemas mentales y él no tiene papá. Ella cuenta una historia distinta a la relatada por José Luis Negrete Torres.
Con los documentos del proceso del sobrino en la mano y bajo la sombra de los árboles de su casa pegada al potrero de El Ubérrimo, la finca del Presidente, Yamile sostiene que la historia del crimen de su sobrino empezó un día en que un grupo de soldados, de los que hace casi 8 años abunda en la zona, abordó a ‘Pata ‘e Juete’ y le dio plata para que le comprara marihuana.
El joven tomó el dinero y se lo gastó, nunca compró la droga ni se reportó ante los uniformados. Días después los soldados se lo volvieron a encontrar y le reclamaron por el mandado. Fue entonces cuando, según Yamile, los soldados le pidieron que se robara dos gallinas para ellos hacer un sancocho y así quedarían a paz y salvo.
La tía asegura que además de los bafles, la plata y los bombillos, ‘Pata ‘e Juete’ también sustrajo de la casa del señor Negrete Torres dos gallinas criollas con las que pagó la deuda a los soldados y estas nunca aparecieron porque las alcanzó a entregar antes de que la Policía llegara a capturarlo.
También sostiene que su sobrino fue capturado cuando tenía 17 años y en el proceso se han valido del hecho que es indocumentado para decir que, para la época del robo, era mayor de edad. Además, insiste en que el joven debió tener un trato especial porque no es normal. Sin embargo, en la declaración ante el Juzgado, cuando se allanó a los cargos, Niño Doria dijo que tenía 19 años y no expresó nada sobre su limitación mental. ‘Pata ‘e Juete’ también contó que hacía parte de una banda de roba mulas, en Tierradentro, sur de Córdoba, sin embargo, la tía del joven y varios vecinos de El Sabanal manifiestan que él nunca ha salido de este pueblo.
‘Pata ‘e Juete’ estaba listo para salir de su encierro, sus familiares habían conseguido los 50 mil pesos para cancelar la boleta de salida de La Cárcel Nacional Las Mercedes, pero justo cuando se preparaba para cruzar la puerta le notificaron que no podía irse, porque aún tenía otra cuenta pendiente: una condena de doce meses de prisión por haberse hurtado una bicicleta, la misma en la que se accidentó Norma Cecilia Navarro Yánez.
Para los familiares de Richard Niño Doria, el cielo parecía habérseles venido encima. No entendían lo que estaba pasando y pensaron que se trataba de una mamadera de gallo o que simplemente les estaban tomando el pelo, pero no era ni lo uno ni lo otro. Era la dura realidad. A ‘Pata ‘e Juete’ jurídicamente no se le pudo hacer acumulación procesal, con lo que se habría beneficiado, por lo que le hicieron procesos independientes y en cada uno fue condenado.


En El Sabanal no hay quien no conozca a ‘Pata ‘e Juete’ y quien no se declare sorprendido por su condena.

Norma Cecilia Navarro Yánez, quien fue la persona que sin querer queriendo formuló una denuncia contra ‘Pata e’ Juete’ por la pérdida de una bicicleta en malas condiciones, es prima segunda de él. Ella habló con EL PROPIO, con el ánimo de dar su testimonio para que dejen libre a ‘Pata ‘e Juete’.
“Yo nunca formulé una denuncia oficial contra ese muchacho loco, porque él no es normal, él dice cosas que no son ciertas”, dice Norma Cecilia, recostada en un taburete de un rancho en El Sabanal.
“Yo lo que quise fue encontrar la bicicleta, que no era mía, para devolvérsela a su dueño. Por eso acudí a la Policía de El Sabanal para que la recuperaran, pero los agentes me preguntaron cómo fueron las cosas y yo les conté lo que había pasado. Creí que era una cosa de rutina y que eso no le iba a ocasionar problemas a ese muchacho, pero una intendente jefe de la Policía que estaba acá, fue la que empapeló a ese joven”, relata la sorprendida ‘víctima’ de ‘Pata ‘e Juete’.
A los pocos días la bicicleta fue recuperada y en vez de entregársela al dueño, la llevaron a los patios de la Fiscalía y allá se perdió.
Los hechos
El 5 de noviembre del año 2007, a las 3:30 p.m. Norma Cecilia Navarro Yánez se encontraba haciendo unas vueltas en la vereda El Claval y sufrió un accidente y la bicicleta se le partió, por lo que tomó la decisión de dejarla en casa de Andrés Avelino Doria Yánez para al día siguiente irla a buscar. Pero cuando fue por ella le dijeron que se la habían robado en la noche y que la persona que lo habría hecho era alias ‘Pata ‘e Juete’.
Norma Cecilia Navarro le dijo a la Policía que la bicicleta estaba avaluada en 50 mil pesos.

Segunda entrega

La condena de ‘Pata ‘e Juete’

La justicia colombiana ha sido rigurosa con un ladrón de gallinas del corregimiento El Sabanal, de Montería, vecino del presidente Uribe. ‘Pata ‘e Juete’, como es popularmente conocido en su célebre pueblo lleva casi tres años tras las rejas pagando la pena de sus crímenes: robarse dos gallinas, una vieja bicicleta, dos bafles y 50 mil pesos. La suma de los tres procesos suman seis años de pena.

Indagatoria a Richard Niño Doria
El 9 de noviembre del año 2007, a las 2:10 de la tarde, ‘Pata ‘e Juete’ se sienta frente al juez y cuando le asignaron su turno para que hablara esto dijo: “ mi nombre es Richard Niño Doria, nacido en Montería el 20 de septiembre de 1988, tengo 19 años de edad, soy hijo de María Auxiliadora Doria y a mi papá no lo conocí. Vivo en la vereda El Claval, ubicada en la vía al corregimiento El Sabanal, me apodan ‘el Pata ‘e Juete’, es la primera vez que la Policía me captura y no tengo antecedentes judiciales”.
La Fiscalía procedió a imputarle los cargos de hurto calificado, contra la persona de Norma Cecilia Navarro Yánez y le preguntan ¿qué tiene qué decir al respecto? A lo que respondió: “Sí, yo me la robé. La cogí porque necesitaba 15 mil pesos para irme a Tierradentro. Por la mañana la vendí por 15 mil pesos, una vez me entregaron la plata compré una gaseosa y varios panes y me los comí. Con los 10 mil que me quedaron, me iba a comprar una ‘sim-card’, pero me arrepentí y compré manteca, arroz y los llevé a la casa, frité berenjena y comí con plátano. Me quedaron 2 mil pesos y se los presté a un amigo mío. Eso fue todo”.
“Cuando me capturaron los Policías me preguntaron que dónde estaban las cosas que me había robado y les dije que los bafles estaban dónde el señor Maño, yo mismo los llevé allá y el señor les entregó todo, incluso, la bicicleta”.
Por este caso el Juzgado Segundo Penal Municipal decidió condenar a ‘Pata ‘e Juete’ a doce meses de prisión por el delito de hurto calificado, el mismo que lo mantenía encerrado.
Las gallinas lo mantendrán en la cloaca
En julio de este año Richard Niño Doria estaría, según las cuentas de varios juristas, nuevamente a paz y salvo con la condena de la bicicleta, pero ese día tampoco podrá hacer maletas porque deberá responder por otro de sus delitos: el hurto de dos gallinas de las que como él mismo afirma no se comió una presa porque ese sancocho se lo comieron los soldados que vigilan El Sabanal.
Se trata increíblemente de otro proceso y son doce meses más que le tocará aguantarse tras las rejas.
Los vecinos de El Sabanal, entre los que no están los Uribe, firmaron una carta pidiendo la libertad de ‘Pata ‘e Juete’. Todos lo identifican como una persona ‘atormentada’ con la que habían aprendido a convivir.

¡Auxilio Presidente!
En su tarea de intentar unas salida pronta de ‘Pata ‘e Juete’, la tía le pidió ayuda a su vecino más cercano, Álvaro Uribe Vélez, el Presidente.
Le contó el caso y el primer mandatario, afirma la mujer, le dijo que ese era un asunto de la justicia y que él, por competencia, no podía intervenir. Sin embargo, Uribe le hizo un llamado a la Procuraduría General de la Nación para que revisara el caso de su vecino desafortunado.
Ella, sin entender mucho lo que su ilustre vecino le dijo el 1º de enero de 2010 en el Ubérrimo, salió convencida de que las cosas para ‘Pata e’ Juete’ iban a mejorar, cómo no, si acababa de hablar con la primera autoridad.
Al poco tiempo la tía recibió en su casa un documento de la Procuraduría, se emocionó porque había funcionado la visita al Presidente. Sin embargo, en las tres hojas de la carta se le explica que ese ente hizo una revisión del proceso en el Juzgado de Ejecución de Penas y no encontró nada raro, que todo era legal y ajustado a derecho.
“Yo no estoy diciendo que mi sobrino no se haya robado nada de eso, seguro lo hizo. Creo que ya es suficiente castigo tres años encerrado. Él es una persona enferma y conocida aquí en El Sabanal”, dice.
Así es la justicia
En resumen Richard Niño Doria fue condenado a pagar unos seis años de Cárcel si se suman sus condenas. Curiosa la justicia, el ex jefe paramilitar Salvatore Mancuso Gómez, quien ha confesado haber cometido cerca de 800 crímenes no podría pagar más de 8 años de cana en Colombia por haberse acogido a la famosa Ley de Justicia y Paz.
Y no es solo ese caso, el futbolista del Junior de Barranquilla Javier Flórez, quien asesinó a sangre fría a un hincha no duró preso más de tres meses, tiene casa por cárcel y le permiten trabajar en lo que más le gusta: jugar fútbol.
Entonces este roba-gallinas, podría ser, según su condena, tal vez más peligroso que el ex jefe para y el futbolista.

miércoles, 28 de julio de 2010

La felicidad más grande fue ser boxeador: ‘El Yata’ Durango

Por Orlando Benítez Quintero
Muy pocos aficionados al boxeo saben explicar la razón por la que Francisco Esteban Durango Pérez, más conocido como ‘El Yata’ Durango, nunca pudo abrazar una corona mundial, pero él no se arruga para explicarlo y su razón está más vinculada a la suerte que a sus condiciones: "No tuve un gran empresario".
Pese a que reconoce que el título mundial hubiese sido un gran logro en su carrera, está conforme con lo que hizo sobre los cuadriláteros y porque los golpes dados y recibidos le dejaron más que morados y cicatrices, otras huellas imborrables: amigos y grandes enseñanzas para la vida.
Parado en una de las graderías del hoy coliseo Miguel ‘Happy’ Lora, desde donde muchos aficionados lo vieron derribar oponentes con sus potentes combinaciones, recuerda nostálgico cada uno de esos momentos de gloria y de desazón a lo largo de sus sorprendentes 463 peleas amateurs y 79 profesionales, en 15 años de carrera.
Cuenta que un día del año 1967 pasó por el frente de la casa de Lorenzo ‘El Mono’ O’Higgins, en el barrio La Julia, de Montería, y vio a un grupo de muchachos golpeando sacos y repartiéndose trompadas. Miraba por la cerca y un día se metió al gimnasio. Terminó con los cueros calzados en sus puños y cuando se dio cuenta el ‘El Mono’ lo tenía como su principal pupilo entre los aficionados, por una sola razón, mandaba al piso a todos los que le ponían en frente. Al año siguiente ‘El Yata’ ya estaba combatiendo en veladas que se organizaban en pueblos de la zona rural de la capital de Córdoba, como Nueva Lucía, que era una de las grandes plazas, y también en el ‘Coliseo Mocho’, hoy el ‘Happy’ Lora y que en su época estaba a medio hacer. No olvida que su primer pleito fue en el ’86 ante un púgil de apellido Acosta, a quien noqueó en 4 asaltos.
Ganó nueve títulos nacionales y tres veces fue subcampeón de Colombia. Conquistó un campeonato latinoamericano, en 1972 en Lima, Perú. Su clásico rival como aficionado fue el medallista olímpico cartagenero Alfonso Pérez, quien le amargó la vida en más de una oportunidad. De los siete choques entre estos dos púgiles, el de Cartagena salió airoso en cinco y ‘El Yata’ en dos.
Después de conquistar la gloria en tierras incas Durango dio el esperado salto al profesionalismo. "Fue en este coliseo contra Rodolfo Márquez, de Barranquilla, en la división ligero junior. Le gané por nocaut en el cuarto asalto", cuenta señalando el lugar donde estuvo puesto el ring esa noche.
No fue campeón del mundo pero estuvo muy bien clasificado, sexto en el ranking del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) cuando el campeón de esa organización era el nicaragüense Alexis Arguello y había otras superestrellas en lista de espera. Su récord como profesional lo dejó en 79 combates, con 59 nocauts y 7 derrotas.
Curiosamente para ‘El Yata’ algunas de las peleas en las que fue derrotado son de las más memorables para él, tal vez porque no se sintió tan perdedor como los jueces lo marcaron en sus tarjetas. Uno de esos combates desafortunados fue contra Rubén Olivares, en la Ciudad de México, quien fuera campeón mundial de boxeo en cuatro ocasiones. El púgil cordobés perdió por decisión después de los doce asaltos. "Esa pelea se la dieron al mexicano", señala convencido.
Sin embargo, de las peleas que más recuerda son las que sostuvo con el cartagenero Miguel ‘El Turco’ Betruz, verdaderos clásicos regionales alimentados por esa rivalidad deportiva que siempre existió entre Córdoba y Bolívar. "Una de esas peleas se hizo en el estadio Once de Noviembre de Cartagena, lleno hasta las banderas. Fue en el año 1974 y muy bonito porque gané, la gente me aplaudió y quedó contenta con la exhibición que dimos tanto ‘El Turco’ como yo. Allí estaba en juego la calidad boxística de ambos", dice ‘El Yata’, al tiempo que revela que por ese triunfo de visitante se embolsilló un millón de pesos, una suma nada despreciable para la época.
El momento de colgar los guantes llegó a los 33 años, en 1982, el día que perdió con Leonidas Asprilla. "Creo que todavía tenía cuerda para seguir boxeando pero ya tenía el temor a un mal golpe, además yo peleé demasiado", explica Durango.
"Vivo agradecido de las amistades y de la popularidad que me dejó mi paso por el boxeo", dice sonriente nuestro personaje.
Como "el boxeo es un virus que se te mete en la sangre y es difícil de erradicar" -según cuenta ‘El Yata’ le decía ‘El Mono’ O’higgins- Durango sabía que no se podía alejar de los encordados. Fundó el Club Gavilanes en el barrio Alfonso López de Montería y tuvo a su cargo a pugilistas como Orlando Prestán, a los hermanos Vega, a Óscar Salgado, Pablo Ozuna, quien peleó por título mundial; y a Wilfredo ‘El Látigo’ Ruiz, quien también tuvo su oportunidad mundialista. Actualmente tiene a tres muchachos aficionados a su cargo y asiste en la esquina a Luis ‘El Trencito’ Doria.
La carrera de boxeador le permitió conocer 17 países del mundo, entre esos, Perú, México, Costa Rica, Nicaragua, Estados Unidos, Honduras, Argentina y Venezuela.
Actualmente vive en el barrio Policarpa de Montería, al lado de su esposa Luz Marina Aguilar y de sus hijos Francisco Esteban, de 19 años, y Juan Camilo, de 17, a quien también lo picó el virus del boxeo, que ‘El Yata’, curiosamente, le quiere combatir y erradicar, en su rol de padre protector. "Quiero que estudie primero".
"Ese es el mensaje que yo siempre le dejo a los pelaos, que estudien que se preparen para que sepan conducir sus vidas dentro y fuera de la casa, dentro y fuera del bus, arriba o abajo del cuadrilátero".
El Yata’ por Rubiyata
Francisco Esteban Durango Pérez fue bautizado ‘El Yata’ en casa de sus abuelos, en La Madera, San Pelayo, tierra de la que es oriundo. "Mi abuelo, Francisco Esteban Durán, fue en una ocasión a Medellín y conoció a un orador reconocido de apellido Rubiyata y apenas regresó de su viaje dijo que a mí me pondrían el mismo. Entonces me empezaron a decir así y por acortar el nombre terminaron diciéndome ‘Yata’. No me bautizaron así pero el apodo me quedó para siempre y vivo feliz con él".
‘El Yata’ Durango superó el trauma de no haber podido alcanzar un título mundial. "Eso depende de la fortuna y hay un dicho que dice: ‘no seas sabio en tu propia opinión’, pero yo sé que era un tremendo boxeador y que me faltó empresario".
"Vivo feliz y sostengo que lo más bonito que me pasó en mi vida fue ser boxeador".

Yo soy el mismo: Benito Pastrana

Por Orlando Benítez Quintero
Después de 14 entradas lanzadas y con el brazo derecho soplado por la hinchazón, ‘El Morocho’ Herrera miró pidiéndole compasión a su manager, el brazo estaba que se le caía por el esfuerzo. El piloto de la novena de Villa Clara entendió el mensaje, miró para su precario ‘bull pen’, pero no había de donde y no le quedó de otra, le dio una palmada en la espalda a su estelar abridor y le dijo con autoridad: "¡Qué me miras, tú eres el mismo!"
Ese era Benito José Pastrana Gómez, un polifacético personaje del béisbol cordobés con apellido de presidentes godos, como él, quien toda su vida ha aplicado la misma orden dada a ese lanzador, al que por poco le acaba el brazo. ‘El Beni’ siempre "es el mismo" para lo que se presente. Comentarista deportivo, estadígrafo, manager de béisbol, ‘umpire’ o árbitro, anotador y compilador y hasta comentarista de corralejas. También: maestro de escuela pública, secretario de juzgado, juez, auxiliar de tesorería, secretario de Gobierno y hasta alcalde encargado de San Carlos. ¿Qué es lo que no ha hecho Benito?
Incursionó tarde en el béisbol, a los 40 años, y nunca jugó pelota a nivel competitivo. La radio fue su maestra, aprendió imaginándose las jugadas descritas por Pedro Nel Zapateiro, Álvaro Díaz Arrieta, Luis Guzmán Dumet y José Gabriel Montes, los narradores de la época grande del béisbol de primera en Córdoba.
Un día decidió poner en práctica lo que había aprendido a sus maestros de la banda AM y reunió un grupo de muchachos para conformar la primera novena de béisbol del caserío. De un roble caído hicieron sus pesados bates, de las viejas camas de tijera tomaron la lona rota para hacer las manillas, consiguieron rollos de esparadrapo para hacer una que otra pelota y cada jugador se compró su ‘amansa loco’, una camisa óptima para el trabajo campesino, que les servía como uniforme. La plaza principal del pueblo se convirtió en diamante. Practicando el auténtico béisbol de potrero -poca técnica y mucha fuerza- Guayabal participó en el campeonato departamental de ascenso, que era la segunda división del torneo de primera, y quién más podría ser el técnico, Benito. Entre triunfos y palizas en contra, los guayabeleros quedaron cuartos.
Después de esa experiencia y de haber ocupado un sinnúmero de cargos, se acabó su paso por la burocracia, la política lo sacó de San Carlos. Transcurría el año de 1985, Pastrana Gómez y su familia se fueron para Montería. ‘El Beni’ era un aprendiz de manager y decidió seguir metido para aprender más del béisbol.
Entonces se vinculó al Club Las Delicias, de la capital cordobesa como manager de categorías menores y no paró allí, pues también pasó por clubes como El Prado y Talentos, en el béisbol aficionado, y hasta en el profesionalismo con el Club Cardenales de Montería, del cual alcanzó a ser coach.
Fue campeón en todas las categorías menores. En primera se coronó 4 títulos como coach de Los Tigres, al lado del manager Rafael Imbert Salas, de quien dice estar muy agradecido porque fue al que más le ha aprendido. Además, fue dos veces subcampeón con la novena de San Antero. También fue subcampeón nacional con una selección de la categoría infantil.
Adolfo Gómez, Ever Ballesteros, ‘El Morocho’ Herrera, ‘Pilatico’ Rodríguez, Wiston Coy, Jorge Cordero, ‘Pimporro’ Jawasly, Ismael Morales, fueron algunos de los jugadores a su cargo.
Pero como siempre en su vida, Benito no podía hacer una sola cosa dentro de la pelota. Un día en un juego amistoso en el estadio 18 de Junio faltó alguien que se parara detrás del plato a cantar bolas y stikes y él dijo: "yo soy el mismo". Le quedó gustando, se vinculó al Colegio Departamental de Árbitros de Béisbol y luego a la Escuela Municipal de Árbitros de Montería. Hizo los cursos y tiene los carnés que lo acreditan, además, como anotador.
Detrás del plato, con pelotazos a 90 millas por hora, son muchas las anécdotas, pero tal vez la que más recuerda, porque a muchos les cuesta trabajo creerle, fue un juego donde los pitchers abridores poncharon a 34 bateadores. Recuerda que fue un partido entre San Bernardo del Viento y Cardenales en el estadio 18 de Junio. "Mi amigo Róbinson Suárez Ospino, quien narraba el juego, se molestó conmigo y decía que San Bernardo tenía un santo, San Benito", dice entre carcajadas y descarta que él les haya ayudado. Asegura que fueron ponches genuinos.
Al periodismo deportivo se vinculó en una entrevista. Un día, cuando terminó un juego de su novena Guayabal en el béisbol de ascenso, a Enrique Avilez Ortiz, quien transmitía por RCN, le gustaron sus comentarios. Sin embargo, la primera vez que lo invitó a transmitir algo, no fue precisamente un deporte, fue una corraleja. Le dijeron que si se le medía y dijo otra vez: "yo soy el mismo".
Ese fue el comienzo. Fundó el programa Por los Campos del Deporte y no dejó de alternar el deporte con los toros junto a Róbinson Monterrosa, Gustavo Rojas Gabalo (q.e.p.d.), Manuel García Segura y Eduardo Reyes Berrocal. Y no podía ser de otra forma, Benito, ha estado detrás de los micrófonos de casi todas las emisoras de Córdoba: La Voz de Montería, Radio Progreso de Córdoba, Radio Panzenú, Caracol, RCN y La Voz del Sinú de Todelar. Hasta incursionó en la televisión, hoy tiene el programa ‘Extra-inning’, que se transmite por el Canal Montería.
Ha hecho llave con los mejores narradores y comentaristas. Humberto González Kerguelén, Napoleón Perea, Marcos Pérez, Álvaro Díaz, Róbinson Suárez, Lucho Bula Calderín y Javi López, quienes han sido sus maestros y compañeros.
Benito Pastrana tiene 5 hijos, uno solo, Paulo César, se inclinó por el comentario deportivo y hoy es su compañero de fórmula. Vive en el barrio Edmundo López, de Montería, su pueblo natal. Este personaje de nuestro deporte dice que seguirá midiéndosele a todo en el béisbol, tanto que volverá a dirigir categorías menores con el club Asodesi de Montería. "Seguiré diciendo que soy el mismo hasta que se acabe mi vida. El béisbol no me ha dado plata, pero sí muchas relaciones y amigos", dice Benito sentado en una de las cabinas del 18 de Junio, de las que tantas veces ha mirado y comentado.
En ese mismo lugar confesó que casi le acaba el brazo con los 14 innigs a ‘el Morocho’, pero también asegura que solo aplicando su filosofía pudo ganar ese juego kilométrico.

Los invitaron a reunirse con la muerte


Por Orlando Benítez Quintero y Alex Pájaro Mosquera
"Señores, los invitamos a una reunión".
Con esas palabras los 15 hombres encapuchados que llegaron la tarde del domingo 18 de julio a la vereda Colonia El 72, perteneciente al corregimiento Villa Fátima, en zona rural del municipio Buenavista, llevaron a media docena de hombres a una cita con la muerte.
No se les veía la cara, un trapo o un poncho les servía de capucha. Iban fuertemente armados y traían afilados machetes amarrados al cinto.
El primero en ser invitado fue Abraham Lozano Martínez, un campesino del caserío, quien era operador de motosierra y jornalero. Abraham se acababa de bajar de su moto cuando fue abordado por uno de los encapuchados, quien le pidió que lo siguiera hasta la escuela y le quitó el celular. Él, atemorizado, no opuso resistencia y siguió a pié la marcha con el grupo de desconocidos.
Pocos metros después, estaba Jairo Miguel Martínez Torres, encaramado poniéndole un plástico al techo de los billares que estaba montando en El 72. Bajó por la escalera al escuchar el llamado y junto a Abraham continuaron el paso hacia un sangriento final.
Entraron a un potrero y debajo de un frondoso árbol degollaron de un machetazo a Jairo Miguel. Mientras Abraham veía derramar la sangre de su primo.
Volvieron al camino y antes de que pidiera compasión, uno de los encapuchados desenfundó su rula y se la deslizó con fuerza por la garganta. Allí murió desangrado Abraham, el charco de sangre quedó en el lugar reemplazando el olor fresco de los pastizales por el desagradable olor a muerte.
Pero el sangriento recorrido había empezado antes de estos dos ajusticiamientos. Dos kilómetros antes de encontrarse con Abraham, los encapuchados entraron al campamento Volantín, de la hacienda La Uruguaya, y allí degollaron a un menor de 14 años de edad. Se trataba de Andrés Felipe Lozano, hijo de Abraham.
Los verdugos no detuvieron su criminal caminata y más adelante se toparon con Raúl Ignacio Martínez Torres, hermano de Jairo Miguel, primo de Abraham y de Andrés Felipe. Él caminó junto a ellos unos dos kilómetros hasta cuando decidieron quitarle la vida de la misma forma como lo hicieron con sus tres parientes.
Es aquí cuando termina trágicamente el suplicio para la familia Lozano Martínez e inicia el calvario para los Hernández. Ellos, sin sospechar que las manos de los 15 hombres venían manchadas de sangre conocida, recibieron la misma invitación. Sin forma alguna de poder resistirse, el joven Néver Manuel Acevedo Hernández y su tío Rafael Enrique Hernández se sumaron a la macabra marcha. No se sabe quién cayó primero, pero la sangre de los dos corrió y manchó la tierra, eran chorros que brotaban de sus gargantas.
El escuadrón de la muerte de esa tarde-noche en la vereda Colonia El 72, esparció los seis cuerpos en un radio de acción de ocho kilómetros.
Fue silencioso, porque a pesar de que el comando de encapuchados portaba sofisticadas armas de fuego de largo alcance, no las utilizaron. Nadie escuchó nada y ninguno de los que supo del paso de este grupo criminal se atrevió a averiguar que había pasado esa noche. Temerosos prefirieron refugiarse en sus casas de bahareque y tabla a esperar el día.
Todo indica que los asesinos prefirieron las armas blancas para ejecutar a sus víctimas, no querían hacer ruido porque en horas de la tarde, antes de su incursión, hombres de la Policía habían realizado un patrullaje de rutina por el pueblo.
Una vez el comando armado creyó haber cumplido su misión salieron del caserío de la misma forma en la que ingresaron, a pie y silenciosamente.
Ellos se habían encargado de que sus víctimas se reunieran con la muerte.

Las víctimas
-Jairo Miguel Martínez Torres,
de 42 años, había llegado a la Colonia El 72, procedente de Buenavista, con la intención de montar allí una cantina, junto a su compañera sentimental, con quien llevaba compartiendo apenas un mes. La muerte le impidió terminar su proyecto.
-Raúl Ignacio Martínez Torres
, tenía 36 años de edad, vivía en esa población junto a su mujer y sus cinco hijos, más otro que viene en camino. Era aserrador y jornalero.
-Abraham Lozano Martínez,
de 40 años de edad, era un campesino de la región. Años atrás había trabajado como carnicero en Buenavista. Dejó a su esposa y a seis hijos.
-Andrés Felipe Lozano,
de 14 años de edad, hijo de Abraham Lozano Martínez.
-Rafael Enrique Hernández Acevedo,
de 65 años de edad, era nativo de esa zona y se dedicaba a labores del campo.
-Néver Manuel Acevedo Hernández,
de 24 años de edad, sobrino de Rafael Enrique Hernández Acevedo. Había llegado hacía 8 días a El 72, después de trabajar algún tiempo en el Bajo Cauca antioqueño.
"Fueron ‘los paisas’"
El comandante de la Policía en Córdoba, coronel Pedro Angelo Franco Sanabria, dijo que el grupo de hombres que ejecutó la masacre se identificó como integrante de la banda criminal ‘los paisas’. El oficial manifestó que la masacre podría ser una retaliación, tras la captura de un miembro de esa organización criminal ese mismo día, a las 3:30 de la tarde, es decir, dos horas antes de la masacre. El coronel señaló que al individuo capturado se le halló una pistola, 45 cartuchos para la misma y un radio portátil. "A este sujeto se le va a incriminar por estos dolorosos hechos", apuntó Franco Sanabria.
Asumen el control
El comandante de la Brigada 11 del Ejército, coronel, Juan Pablo Forero Tascón, dijo que ya fue enviado un pelotón de soldados a la zona con la misión de perseguir y dar captura a los autores materiales de la cruenta acción en El 72. El oficial manifestó que esta matanza ocurrió a escasos 20 kilómetros, en línea recta, de la vereda Los Córdobas, sitio donde el pasado 29 de junio fueron masacradas cinco personas. Una acción que le fue atribuida a ‘las águilas negras’.