miércoles, 15 de septiembre de 2010

Pedro Salgado, ‘Elegante’ en el ring y en la esquina

Por Orlando Benítez Quintero
Pedro Salgado Ayala, a quien por su estilo fino sobre el cuadrilátero apodaron ‘El Elegante’ se sentó en un escalón de las graderías del Coliseo Miguel ‘Happy’ Lora, el mismo que tuvo la suerte de inaugurar un 20 de enero de 1990 -no admite discusión- y empezó a hablar de algo que lo apasiona, que lo llena y que le duele: el boxeo.
‘El Elegante’ es un dedicado trabajador de este deporte que sacó del anonimato a Córdoba y a Montería, desde que sale el sol hasta el ocaso, y su experiencia como boxeador y entrenador le dan autoridad para aconsejar a los que quieren ser campeones y están bajo su tutela todas las tardes en el viejo gimnasio del coliseo.
Se ganó un cupo en el gimnasio
Nació y se crió en el barrio Nariño de Montería. Llegó al boxeo porque en su vecindario los muchachos no hacían otra cosa que admirar a Róbinson Pitalúa y Rumaldo Garcés, sus vecinos y las figuras de la época en la ciudad. Él no escapó a ese deseo de hacerse boxeador y lo alcanzó cuando tenía 13 años de edad.
"No era fácil, había que ir al Coliseo Mocho, lo que es ahora el ‘Happy Lora’, hacer un curso y presentar una prueba ante el profesor Mario León. Él veía cual de los muchachos, que llegaban por cientos, tenían las condiciones para entrenarse en el gimnasio", recuerda sin dejar de mencionar que él fue uno de los que clasificó al siguiente nivel para calzarse los guantes en serio. Entonces, empezó a entrenar bajo las órdenes del profesor León y de Pedro Vanegas en una cuerda que llevaba el nombre Alcaldía de Montería. Integró el Club Latinos, de Luis Zúñiga, pero al poco tiempo volvió a entrenar al coliseo bajo la órdenes de Vanegas y de su mentor, amigo y compañero, Rumaldo Garcés, quien para la época ya había colgado los guantes y empezaba a transmitir sus conocimientos a las nuevas generaciones de peleadores.
‘El Elegante’ se subió por primera vez a un cuadrilátero poco después de mostrar sus condiciones en los entrenamientos. "Fue en una velada que organizaron en el colegio Los Olivos, en el barrio La Pradera. Le gané por nocaut en el segundo asalto a Richard Montiel, un muchacho de aquí de Montería", recuerda.
Su peso era mosca o 51 kilográmos y su principal rival como amateur fue Juan Sánchez, con quien peleó siete veces y solo perdió en una oportunidad. También recuerda combates ante rivales como el cereteano Asdruval Velásquez y el monteriano Oswaldo Osorio.
En el boxeo aficionado hizo 56 peleas y perdió 8. Representó a Córdoba en un Campeonato Nacional Juvenil, en Caquetá, e integró una selección disidente de Córdoba que iba a participar en los Juegos Nacionales de 1988 en Montería y que al final de cuentas, los dirigentes no dejaron participar.

Debutó y estrenó el coliseo
Pedro ‘El Elegante’ Salgado dice con certeza que el fue el boxeador que inauguró el nuevo coliseo Miguel ‘Happy’ Lora. "Claro. Esa fue la noche del 20 de enero de 1990 cuando Amancio Castro Peleaba por título mundial en Montería, ese día yo debuté como profesional y fue la primera pelea que tiraron en esa cartelera. Entonces, yo fui el primero en estrenarlo", cuenta entre risas.
Esa noche un coliseo colmado de aficionados que esperaba el combate por título mundial de Amancio Castro, vio como ‘El Elegante Salgado le ganó por decisión en cuatro episodios a Edualdo Hernández.
Su carrera profesional fue corta, solo cinco años estuvo recorriendo escenarios boxísticos en Cartagena, Barranquilla, Valledupar, Sincelejo y Montería. Con peleas duras como la que perdió por decisión ante Francisco Álvarez, en 10 asaltos o la que le ganó en Montería a Antonio ‘El Mocho’ Montero.
Reconoce a Luis Levin Ford como su único empresario de su carrera boxística.
Después de 19 peleas, 16 victorias (10 nocauts) y tres derrotas, en el año de 1995 la ‘elegancia’ se bajó del ring. Pedro, aburrido por la desorganización, decidió no subirse más a los encordados, pero no se alejó del boxeo.

Pedro ‘El Elegante’ Salgado fue uno de los principales sparrings de Miguel ‘Happy’ Lora, ex campeón mundial de boxeo.

El entrenador
‘El Elegante’ no se fue muy lejos, se quedó en la esquina. Se convirtió en entrenador.
Se vinculó, en principio, a la empresa boxística de Emiro Bula, de Montería. Luego se fue para Bogotá a trabajar con la cuerda de los hermanos Gómez Hernández, entrenando a boxeadores de la talla de Joel Julio, William Morelo (Q.E.P.D), John Berrío, Jair Jiménez, Wilson Alcorro y Carlos Maussa. Tuvo la oportunidad de asistir a Jair Jiménez en la obtención de su Título Latino, en Miami, y en un combate mundialista, en Nicaragua, que perdió de forma polémica el púgil cordobés.
En la capital de Colombia estuvo 4 años y se vino para Montería cuando Luis Levin Ford fue nombrado presidente de la Liga de Boxeo de Córdoba.
Desde entonces hace parte del cuerpo técnico de la Liga y hoy tiene la responsabilidad de escoger, junto a Rumaldo Garcés, a los jóvenes que integran las selecciones Córdoba. En ese período vinculado al boxeo aficionado de su departamento ha conseguido tres títulos nacionales: el Campeonato Nacional Junior, dos veces, en 2005 y 2009, y el Campeonato Nacional Infantil, en 2010.
En esos seleccionados estuvieron peleadores de la talla de Óscar Negrete, máxima figura del boxeo amateur de Córdoba en la actualidad, y otros que ya son profesionales como Anuar Salas, Víctor Coronado y Jailer Berrío, entre otros.

Faltan ídolos
Para Pedro Salgado el boxeo de Córdoba siempre se destacará porque hay muchachos con muchas condiciones, pero reconoce que en este momento hace falta esa figura que inspire a los jóvenes y llene escenarios, como lo hacían Amancio Castro y el ‘Happy’ Lora. "Definitivamente nos hacen falta ídolos. Boxeadores grandes que llenen estadios, los podemos formar porque hay material humano, pero hace falta mucha disciplina y dedicación, dos características que tenían los boxeadores de antes", dice. ‘El Elegante’ asegura seguirá trabajando todos los días para encontrar a esa figura, para llegar a una Selección Colombia de Boxeo como entrenador y para cumplir el sueño de ganar un título mundial con uno de sus pupilos.

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